Expediciones a la Patagonia y las cosas que se hacen con el corazón

Pocos momentos han agitado mi corazón como la primera vez que vi el Cerro Castillo, elevado de manera imponente a 2.318 metros.  Sentí que el tiempo se detuvo mientras contemplaba la inhóspita belleza de ese lugar, lejos del agitado ritmo de la ciudad  y a merced de un sitio indomable, dónde podía perderme en mi propia respiración. 

 

La historia de un viajero eterno

Mi nombre es Alexandre Toledano, soy franco-español, aunque prefiero definirme como un ciudadano del mundo, un aventurero que no cree en las fronteras. La aventura me atrapó, posiblemente, a los 7 años en la casa de uno de los clientes de mi madre. Curioseaba entre las fotos que habían en la sala y una de Sebastiao Salgado capturó mi atención. Era una imagen en blanco y negro de Serra Pelada, en Brasil, y mostraba a unos hombres con rostros  cansados, miradas feroces y cubiertos de barro, luego de haber excavado el corazón de la mina de oro. Quedé fascinado, y se despertó en mí un deseo de conocer otros lugares, otras personas y abrirme al mundo.

Expedición a la Patagonia-1

Foto de Sebastiao Salgado de Serra Pelada, en Brasil. Fuente: La izquierdadiario.com 

Cuando estaba en el colegio supe que el estilo de vida tradicional no era para mí, es por esto que una vez  escapé de clases para irme de viaje, alcancé a soñar con los barcos en los que navegaría, las tierras que pisaría, los idiomas que aprendería, las diferentes culturas y personas que conocería. Sin embargo, en este intento de aventura solo pude llegar al puerto de mi ciudad, pero estaba seguro que la vida me daría otras oportunidades.

Una de las ventajas de tener padres de diferentes nacionalidades, es que llega un momento en el que deseas conectar con tus raíces. Esa fue la motivación que a los 18 años me llevó a España, en donde viví una conexión especial con el país de mi padre y me permitió aprender su idioma nativo.

Más tarde, India fue el primer país que conocí en calidad de aventurero. Este viaje me dio la oportunidad de vivir una serie de experiencias que despertaron todos mis sentidos. Colores, sabores, paisajes e historias, muchas historias. Mi sueño de la infancia estaba en marcha.

Pasé algunos años trabajando en Francia  algunos meses del año, y el resto tiempo me entregaba a las aventuras que me ofrecía Asia. Los paisajes de India, Tailandia, Indonesia, Grecia y Marruecos se volvieron una constante en mis recorridos. Atravesé el norte de la India, ¡y recorrí las inolvidables llanuras del Himalaya en mi Royal Enfield dos veces!

La primera de esas travesías en mi Royal Enfield comenzó en la ciudad sagrada de Pushkar, India. Fue una experiencia reveladora, aún puedo sentir la arena salpicando mi rostro como agua. Finalize este camino en la ciudad de Jaisalmer, que queda en las puertas del desierto de Thar, frontera con Pakistán. 

La segunda de estas travesías en moto, fue durante el mismo año, pero partí desde las llanuras del Himalaya. Llegué hasta el Rohtang Pass, un paso de altura situado en el norte de la India, y que es considerado como la puerta de entrada del pequeño reino de Ladakh. Es un mítico itinerario de los viajeros de la década del 70. La Karakorum Highway es una de las carreteras más altas y remotas del mundo, une la ciudad de Manali a Leh , un viaje por las nubes, absolutamente maravilloso.

Mi paso por Balí merece ser destacado dentro de esta historia. Así como las alturas y las nubes me deslumbraron en su momento, el mar de las islas de Balí me cautivó por ser particularmente cristalino. La mística que existe en los isleños, los marineros, y los viajeros de aquel entonces. Existe un paisaje recurrente hasta hoy, que es el de algún barco en la orilla del mar, a la espera del momento oportuno de volver a zarpar.

Bali viaje

Si tuviera que resumir mi experiencia en Asia, diría que tocar cumbre allí fue como tocar el paraíso, me sentí completo, en paz. Más aún en momentos que hacen a la mística que Asia le propone a los viajeros, como el Templo Madre de Pura Besaki, muy importante en la cultura balinesa, y que está ubicado a las faldas del Volcán Agung.

Conocí el placer de perderme en un Bazar de Bombay, sumergirme en sus aromas, en su gente. El rostro de las personas me ha transmitido incluso más encanto que el lugar, que sin dudas es un tanto exuberante y bello.

 

Sudamérica: un llamado del corazón

Todavía quedaba mucho por descubrir y contestando una llamada al corazón, me motivé a conocer Sudamérica, continente que siempre consideré fascinante. Inicialmente pasé un tiempo en Atacama (Bolivia) viviendo con las comunidades locales, donde pude participar en proyectos de protección de la tierra y comunión de las personas con la naturaleza. 

Al tiempo llegaba el momento de dar el siguiente paso, esta vez sería con dirección al sur. En Santiago de Chile conocí a otro aventurero, Kent Westfall, un estadounidense loco que me llamaba “frenchie” y sufría del mismo ardor en la sangre que yo por conocer nuevos lugares. Él fue quien me habló del  punto más austral del planeta: la Patagonia.

La Patagonia, siempre será una primera vez

Patagonia primera vez

Mi experiencia en la Patagonia me hizo entender el por qué a este lugar le llaman “el fin del mundo”. Es una tierra llena de magia donde aprendí a vivir al ritmo de la naturaleza. Una tierra indómita y por explorar que me entregaba tiempo, espacio, un mar de silencio y paz, un hogar por descubrir. Un espacio que me invitaba a conectar con mi esencia mientras caminaba por los parques naturales más conservados y protegidos del mundo; y navegaba sobre las aguas más turquesas que vi en mi vida. A Redescubrirme.

Este primer viaje no me limitó a ser un espectador más del paisaje, sino a vivir la experiencia de comunidad y de la calidez de sus habitantes. Tuve la fortuna de tomarme unos mates con Guido (un patagón de la zona). Inicialmente no entendí que esto tenía un sentido más allá de acompañar un buen momento, sin embargo,  después de hablarlo con otros pobladores entendí el significado de bienvenida de ese acto, que me recibía oficialmente como uno más de su comunidad. 

La Patagonia siempre está dispuesta a sorprenderte. Por ejemplo, tiene uno de los lugares más prístinos: Valle Leones, que es la entrada a Campos de Hielo Norte, una maravilla natural e imponente que te reduce, te hace sentir pequeño y te recuerda lo frágil que eres. 

Patagonia caballo

La Patagonia me enseñó que el recorrido se da de todas las maneras posibles, a pie en los trekkings, en auto por tramos de la Carretera Austral, en bote sobre el lago General Carrera o el río Ibáñez con dirección a las Capillas de Mármol. Y también a caballo, acompañado de locales como Guido, en búsqueda a las impresionantes Torres del Avellano. 

Los mitos se mezclan con las tradiciones, y estas se vuelven formas de entender la vida. Durante mi recorrido cabalgando me caí del caballo y Guido me dijo que en la Patagonia la tierra sobre la que te caes “pasa a pertenecerte”, así que en la ruta hacía Torres del Avellano tengo un pedacito de tierra que “me pertenece”. 

La relación de los Gauchos y los Patagones con los caballos es asombrosa, una tarde, cuando íbamos con dirección al volcán Hudson,  observé cómo ellos iban conversando con sus caballos. De un momento a otro salimos de los senderos, siguiendo una ruta que sólo los animales conocían, una especie de ritual, que además era una muestra de respeto al lugar que íbamos a visitar e indicaba que la Patagonia me aceptaba como a uno de los suyos. 

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Los sueños te pueden llevar hasta el fin del mundo


patagonia sueños

Si me preguntas por la experiencia más mística de este primer viaje, sin duda fue ver el cielo totalmente inundado de estrellas. Era de madrugada y superó incluso las auroras boreales que vi en mis viajes a Noruega. El cielo de La Patagonia te hace sentir como un fragmento de polvo unido al misticismo del universo. Me emocioné tanto que llamé a mi padre a las 4 A.M. (hora de Francia), lo desperté sólo para contarle que estaba viviendo un momento de absoluta belleza.

A veces me pregunto ¿qué hubiera sido de mi vida si no me hubiera atrevido a ir detrás de mis sueños? ese llamado del corazón me llevó a perseguirlos hasta el rincón más remoto del mundo, a vivir sin tanta prisa porque, como dicen los mismos patagones, “en la Patagonia el que se afana pierde”. 

Los límites de cada uno son diferentes, con esta historia quiero invitarlos a explorar nuestras expediciones a La Patagonia y vivir esta experiencia con Tolhuin Expeditions. Comunícate con nosotros y empieza tu aventura ahora.